Tener en cuenta cómo nuestros actos afectan a los demás, y expresar siempre cómo nos sentimos, es esencial para relaciones afectivas sanas. Por ello en este informativo te compartimos qué es la responsabilidad afectiva y cómo podemos ponerla en práctica.

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva se refiere a la capacidad de una persona para establecer relaciones interpersonales saludables y satisfactorias, las cuales le permiten ser cuidadoso y considerado con los demás. Algunas prácticas de responsabilidad afectiva pueden incluir:

  • Escuchar atentamente a los demás y prestar atención a sus necesidades y sentimientos
  • Mostrar interés y apoyo por los demás
  • Respetar los límites y la privacidad de los demás
  • Tratar a los demás con amabilidad y empatía
  • Ser honesto y confiable en las relaciones interpersonales
  • Ser considerado y respetuoso con los demás, incluso cuando no estás de acuerdo con ellos
  • Trabajar en la resolución de conflictos de manera constructiva y respetuosa
  • Aceptar la responsabilidad por tus acciones y tomar medidas para corregir los errores que hayas podido cometer

Acciones que debes evitar para conservar la responsabilidad afectiva

  • Mostrarse indiferente o desinteresado por los demás
  • No respetar los límites y la privacidad de los demás
  • No aceptar la responsabilidad por tus acciones.
  • No trabajar en la resolución de conflictos de manera constructiva y respetuosa
  • No validar las emociones de los demás ni permitir que las exprese
  • Pretender que el otro adivine lo que siento y/o necesito

Prácticas de una persona responsablemente afectiva

Es muy importante entender que responsabilidad afectiva no es sinónimo de hacernos cargo de las emociones de los demás, sino de hacernos responsables del daño que podemos hacer con nuestras acciones. Las personas con responsabilidad afectiva suelen:

  • Comunicarse de forma clara y honesta: Es importante comunicarse de forma clara y honesta para poder expresarnos cómodamente al hablar de nuestra percepción de las cosas y de cómo nos sentimos con respecto a ciertas actitudes, acciones o circunstancias.
  • Asimilar las consecuencias de nuestros actos: Aunque parezca obvio, no siempre somos conscientes de cómo nuestras acciones pueden afectar a los demás. Nuestras actitudes y acciones pueden causar tanto falsas ilusiones como alegrías genuinas en los demás. Es importante asumir y comprender los efectos de nuestras acciones. 
  • Trazar límites: Los límites en las relaciones interpersonales son esenciales para que puedan ser afectuosas y mutuamente beneficiosas. Si estos límites no existen, es probable que surjan problemas de diversos tipos. 
  • Cuidar de sí mismo y del otro: Esto no significa que debamos hacernos responsables de las emociones de los demás. Si hemos establecido una comunicación clara y constante, cada persona debe ser responsable de sus propias emociones y evitar causar efectos negativos en los demás.
  • Validar al otro: La validación es una parte importante de la responsabilidad afectiva. Evitar que otra persona exprese sus emociones o no validarlas puede llevar a conflictos y problemas en la relación afectiva.
  • Ser honestos: El engaño puede manifestarse de muchas formas, como ocultar nuestras emociones cuando no decidimos expresarlas o tratar de causar una emoción en los demás sin intención de corresponderla. Tratar de ser coherentes y sinceros es beneficioso para nuestro propio bienestar y es recomendable siempre.

Es más fácil aplicar el concepto de responsabilidad afectiva en una relación de pareja, pero debemos entender que también es importante en las dinámicas familiares, en las amistades e incluso en el ámbito laboral.

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Fuentes:

ABC Bienestar: Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no puedes huir de ella

Fundación Santo Domingo: Qué es la responsabilidad afectiva y por qué es importante practicarla