El asma
El asma, enfermedad de duración prolongada que afecta de manera directa a los pulmones, suele provocar enormes dificultades para respirar y una gran opresión en el pecho, que casi siempre está acompañada por sibilancias o pitos en el pecho, así como por una tos incesante.
Esta patología es más común en la niñez; no obstante, las personas adultas también pueden padecerla. En cualquier caso, el asma implica una inflamación crónica de las vías aéreas o bronquios capaz de causar episodios recurrentes de sensación de falta de aire o disnea al punto de alentar el temor al ahogo.
Los especialistas señalan que la gravedad, más que una característica distintiva tiende a variar a lo largo del tiempo y ello sugiere la necesidad de reevaluar su evolución de manera periódica. Y es que, si usted fue diagnosticado alguna vez con asma, será un portador de la enfermedad toda su vida, aunque solo sufrirá ataques cuando algo afecte sus pulmones.
Las opiniones divergen en torno a los factores desencadenantes de esta patología, más todo apunta a que en su aparición inciden los de tipo genéticos, ambientales y ocupacionales. Sobre todo, estar expuesto a elementos en el ambiente -como el moho, la humedad y algunos alérgenos, como los ácaros del polvo y el humo de tabaco de segunda mano- son vinculados continuamente con la aparición del asma.
Los elevados niveles de toxicidad en el aire y la infección viral de los pulmones igual pueden ocasionar asma, cuya prevención primara es posible a partir de varias estrategias:
1. No fumar y tomar distancia del humo de tabaco ambiental.
2. Evitar la exposición a alérgenos de insectos (cucarachas).
3. Alejarse del moho, de la humedad y del polvo en el ambiente.
4. Limpiar el polvo con trapos húmedos.
5. Alejarse de animales peludos (gatos, perros u otros).
6. No dejar alimentos ni migajas en las superficies.
7. Mantener la higiene.
8. Procurar espacios ventilados de manera natural.
9. Usar mascarillas.
10. Aprender ejercicios de respiración.
11. Meditar.
Fuente:
https://www.cuentanos.org/